Nos vigilan, están en todas partes y, lo peor de todo, quieren contarnos cuentos.
sábado, 20 de marzo de 2010
Propongo un juego...
Se trata de escribir un cuento entre todos, cada uno una página o capítulo de un posible álbum ilustrado, pasando el relevo al siguiente y así hasta el último, que cierra la historia. Cada uno puede hacer lo que le venga en gana con el relato, introducir personajes, cambiarlos, añadir ilustraciones, lo que sea. Si os apetece jugar, aquí va mi ácaro particular con el inicio del cuento:
"Erase una vez un ácaro que, a pesar de sus más de seiscientos mil millones de hermanos de colchón, se sentía solo y muy desdichado... Una mañana, se descolgó por un cabello hasta la alfombra y se marchó sin despedirse."
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Debajo de su caparazón solo llevaba dos cosas:
ResponderEliminarLa ilusión de encontrar a alguien o algo muy especial, tanto, que hiciera que el masticar polvo fuera algo realmente delicioso y no el insulso sabor seco de lo cotidiano.
Y, lo más importante, la seguridad de que lo iba a encontrar.
Pero, una vez tomada la decisión, no sabía que camino elegir. Si elegía el fondo del armario, entre las sabanas blancas, el olor a naftalina le resultaba odioso. Además, estaba esa sensación de claustrofobia y fotofobia que no le iba nada. El quería luz, calor, viajar y ver mundo. Debería encontrar un bicho peludo que le sirviera de transporte.
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ResponderEliminarPasó el día entero buscando, cuando se encontró con la señora gata; que no tenía ni un pelo de tonta.
ResponderEliminar-¡Hola! –saludó el ácaro con una sonrisa.
El felino movió la cabeza para ver quién hablaba, pero no vio a nadie.
-¡Ejem, hola señora gata! Estoy aquí abajo a la sombra de este botón.
-Hola –respondió mirando el botón-, ¿eres un fantasma?
-¡No! –exclamó el ácaro.
-A mí no me engañas. Seguro que eres un fantasma. Para tu información, los gatos no creemos en fantasmas, así que te ignoraré hasta que desaparezcas.
El ácaro contrariado trepó hasta la oreja de la señora gata, tenía una idea que tal vez funcionara.
-¡Buuuu! –gritó el ácaro con todas sus fuerzas…
Dando un salto, la señora gata corrió con el pelo erizado del susto. El ácaro agarrado a la oreja, cabalgó afuera de su mundo conocido.
Allí se bajó del asustado animal y siguió su camino.
Ya era de noche cuando llegó al jardín. No muy lejos, escuchó unas voces que cantaban a ritmo de tambor:
Un, dos…
Papa y arroz.
Tres, cuatro…
La comida del gato.
Cinco, seis…
No me piséis.
Seis agusanadas figuras, con un farolillo de luz amarillenta verdosa colgada de la cola, desfilaban cantando. Se les veía unidas y felices en su cometido.
ResponderEliminar-Buenas noches- saludó a la primera de las figuras, que, sobresaltada por la interrupción frenó en seco. La segunda, al no esperar el frenado, tropezó con la primera. La luz del farolillo parpadeó y cambió de color a un rojo intenso. El resto de la formación, con el cambio de luz, frenó y se quedó en silencio.
-¿Quién eres tú para interrumpirnos?- preguntó el agusanado bicho.
-Soy Little M’acaro- contestó raudo.
-¿Y no tienes nada mejor que hacer que interrumpir nuestro desfile?.
-Pues -Little M’acaro enumeró todas las cosas que podía hacer, mentalmente antes de responder-... No. Os he escuchado cantar y me pareció una estupenda idea venir y saludaros.
ResponderEliminarTodos los gusanos de luz soltaron una risotada. El primero de la formación, todavía entre risas, dijo:
-Esto no es cantar, muchacho... Solo marcábamos el paso. Veras, Little, nosotros somos la famosa y archiconocida banda militar "Guzi´s Band".
A Little Mc no le sonaba de nada ese nombre, aunque puso cara de asombro para no molestar a los gusanos.
El grupo de insectos se contoneaban y repeinaban, con poses de revista.
-Veo que nos conoces, ejem. Tal vez conozcas alguna de nuestras canciones -se miraron entre ellos y se pusieron de acuerdo en un santiamén-. A ver que te parece esto...
Little Mc no podia creer lo que estaba ocurriendo. Los gusanos de luz empezaron a cantar con un ritmo de swing, dinámico, sedoso y convulsivo. Las patas del ácaro empezaron a dar saltitos.
Little Mc aplaudió entusiasmado mientras los gusanos se inclinaban agradecidos imaginando la ovación de un auditorio repleto.
ResponderEliminar- ¿Puedo cantar yo también?,- preguntó-. Nunca lo he intentado, pero conozco bonitas canciones que sonaban cada noche en mi colchón.
- Adelante,- le animaron los gusanos tomando asiento-, te escuchamos.
-¡Fígaro, Fígaro, Fígaro...!
Y una imponente voz de tenor surgió de su garganta minúscula. Los "Fígaros", los "las" y los "fas" inundaron el jardín y se elevaron lentamente hasta las copas de los árboles, las nubes, las estrellas...
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ResponderEliminar-¡Brillante, muchacho, has estado maravilloso! –gritó el gusano primero, a quien todos llamaban el Boss- Ahora vamos con un poco más de marcha, ¡adelante, chicos, coged los instrumentos!
ResponderEliminarLa Guzi’s Band sonó entonces como una auténtica orquesta de jazz. A Little Mc se le enganchó la música y ya no lo soltó.
Primero fueron las patas traseras, luego las centrales y después las delanteras. Little Mc no podía dejar de moverlas, llegó a temer que se le enredaran unas con otras.
Aquello era electrizante, descacharrante y despampanante.
-¿Qué me pasa? ¡No puedo dejar de moverme! –preguntó, riendo a carcajadas.
-¿Moverte? –contestó el Boss-. Chico, vuelves a equivocarte, ¡no te mueves: estás bailando, chaval, y llevas el ritmo en las antenas!
Los gusanos de luz no paraban de brincar y brillar. El resplandor iluminaba cientos de centímetros a la redonda. Poco a poco fueron llegando más habitantes del jardín.
Un insecto palo trajo su clarinete y se unió a la fiesta.
Un escarabajo y una mariquita hicieron de tambores.
La mantis prometió portarse bien si le dejaban a ella con las baquetas.
El grillo, por una vez, aceptó ser uno más y no dar la nota. Formó un coro con la cigarra, quien no quería perderse semejante juerga aunque fuera de noche.
Faltaron las hormigas, pues al día siguiente tenían que trabajar.
El saltamontes improvisó una guitarra, la araña le tejió las cuerdas.
Fue una noche fantástica, Little Mc sintió que había encontrado algo especial.
Al amanecer se despidió del Boss y los demás. Mientras descansaba bajo una zarza, le sonó la barriga, pues llevaba días sin probar bocado. Removió un poco la tierra y se topó con unas apetecibles motas de polvo. Mordió una. Era el polvo de siempre, pero le supo a sal.
Su abuela siempre le decía: “La vida sabe a sal y a azúcar”. Quién sabe, ahora que había hallado la sal, tal vez algún día descubriera también el azúcar. Y continuó su camino.
"CONCURSO DE BAILE" decía el cartel.
ResponderEliminarLas patas de Mc tamborilearon sobre las hojas secas. Esta nueva vida, llena de oportunidades y sabores sorprendentes, hacia que el pequeño ácaro se sintiera capaz de todo.
-El concurso es esta noche -pensó en voz alta-. Si pudiera participar y subirme a un escenario de verdad, tal vez encontraría el azúcar de la vida.
-Jajajaja -carcajeo una sombra de un centenar de ojos-. Veo que apuntas muy alto para lo minúsculo que eres. Tal vez te pueda echar una pata.
Colgada de una hoja una araña grande, negra y peluda le observaba.
ResponderEliminar- No sé si te has dado cuenta - continuó -, pero ese concurso es de bailes de jardín. Necesitas una pareja de baile.
Mc volvió a mirar el cartel. Efectivamente, era para dúos.
- ¿Sabes? En otro tiempo fui una bailarina estupenda - siguió la araña - pero de eso hace muchos años...
- ¿Bailarías conmigo? - interrumpió ansioso Mc - Por mucho tiempo que haya pasado seguro que aún lo haces muy bien.
- No se si debería...
- ¡Claro que debes! - la animó el ácaro.
Dicho lo cual, Mc subió a la tela de araña y empezó a brincar. Con cada saltito una de las cuerdas de la tela vibraba y poco a poco una melodía empezó a sonar, al son de la cual una araña y un pequeño ácaro giraron, trotaron e hicieron cabriolas hasta que el sol se puso.
Cansados pero felices se dirigieron al concurso, una pista de baile hecha con telas de araña en el interior de un tronco hueco.
Los insectos de todo el jardín estaban apiñados alrededor de la pista. Una orquesta de grillos tocaba una melodia y farolillos de colores iluminaban el apolillado tronco.
ResponderEliminarLa araña, acompañada por Mc, se inscribieron en la larga lista de participantes escrita en una hoja de eucalipto. Todo parecía mágico, como salido de un cuento.
Todos los concursantes invadieron la tela cristalina que hacía de pista. Los grillos tocaban acompañandola voz de una mariquita con sus mejores galas.
Empezaron con los bailes de salón. El jurado compuesto por moscas volaba sobre los bailarines, iban eliminando a los mas torpes.
Tras dos horas de música suave, solo quedaban diez parejas.
Mc y su compañera la araña parecian flotar sobre los finos hilos. Entonces empezó el fox trot.
- Déjate llevar -le dijo la araña al oído.- Pié derecho, pié izquierdo, paso adelante, paso atrás...
ResponderEliminar¡Qué fantástica bailarina pese a sus ocho patas!¡Qué elegancia!¡Qué estilo! Se desplazaban ingrávidos sobre la pista.
Al cambiar de nuevo la música, salieron de su ensoñación, ¡tan solo quedaban tres parejas en concurso!
Y entonces comenzó el tango:
"Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos..."
Aquel era el baile preferido de la araña, se acercó un poco más a Mc y en su cara se fue pintando una linda sonrisa de antena a antena. Bailaba con pasos rápidos y precisos, siguiendo el melancólico compás del tango. Mc la seguía como si no hubiera hecho otra cosa que bailar en toda su vida de ácaro.
ResponderEliminarDe pronto sintió un cosquilleo en su trompa.
- ¡Oh, no! –pensó- ¡No puedo estornudar, ahora no, qué humillación!
Intentó contener la respiración, sólo él sabía lo que ocurriría si estornudaba. Sería el desastre, una terrible catástrofe, sería alarmante, un error apabullante. Se moriría de vergüenza y, lo peor, la pobre araña sería el hazmerreír del público.
Con cuidado para no ser visto, intentó taparse la trompa con una de sus patas delanteras. Cuando el tango tocaba a su fín, la araña le cogió esa pata y lo echó hacia atrás. Y entonces, estornudó.
Fue un estornudo profesional, un estornudo de pé a pá.
Mc salió despedido hacia atrás con la fuerza de un ciclón. Dio tres vueltas a la pista propulsado por su trompa. Después continuó dando volteretas hasta que finalmente se paró, totalmente despatarrado, delante de la araña.
Uno, dos, tres segundos. Una eternidad. el silencio del público presagiaba un final trágico. Con los ojos cerrados y la respiración contenida, esperaba la lluvia de risas, los abucheos, los silbidos....
ResponderEliminarPero sonó un tímido aplauso. Se le unió otro, y otro y un fuerte chaparrón de aplausos atronó el tronco hueco y, como si fuera un altavoz, se expandió por todo el jardin.
-¡Bravo!- exclamaban.
-¡Qhe paso final de tango!
-¡Lo nunca visto, que dominio del espacio!
Little abrió los ojos. No salía de su asombro. Hasta las otras dos parejas habían dejado de bailar y apludian con fuerza.
Fueron algunos de los momentos más mágicos y extraños de su vida. Tiempo después los recordaría como una algarabía de insectos queriendo zarandeándolo e interrogándolo sobre el secreto de su éxito. Ni entonces ni más tarde tuvo la respuesta a aquella pregunta. Él, simplemente, se limitaba a disfrutar con lo que hacía.
ResponderEliminarCuando todo el jaleo de las celebraciones acabó, se encontró de repente solo y sin saber dónde ir. Dejó que sus pasos le llevaran donde quisieran y acabó frente al cartel que anunciaba el concurso de baile. Miró la copa que había conseguido y sin dudarlo, subió a la tela de la araña. Al colocarse sobre ella sonó un do profundo. Nadie se asomó. Dejó la copa en un rincón visible y, mientras la miraba distraidamente, arrancó un trozo de polvo que había quedado pegada a la tela. Con cuidado, empezó a roerlo.
- Has ganado una bonita copa - dijo una voz a su espalda.
- La hemos ganado - contestó él girándose -. Cuando me di cuenta no estabas.
- Había demasiada gente - contestó la araña - ¿Me perdonas?
- Sí, pero a cambio quiero un baile - pidió Mc.
- Concedido - respondió la araña.
La araña le tendió una pata y Mc, para cogerla, se metió la mota de polvo en la boca. Danzó y bailó y, mientras, saboró la mota de polvo. La encontró dulce y con un sabor extraño de fondo que no sabía identificar. Le gustaba,
Sin dejar de bailar miró la copa, miró a la araña y después a sí mismo. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que por fin estaba todo en su lugar.
Un final redondo y muy romántico!!
ResponderEliminar¡Enhorabuena cuentistas!
ResponderEliminarHa sido muy divertido ir viendo los giros del cuento con cada nueva aportación. Cada uno poniendo su estilo.
Y muy chulas las ilustraciones acarinas.
Buen trabajo.